Adoptar un animal de compañía después de la pérdida de otro, no es una decisión sencilla, y es necesario meditarla profundamente. En ningún caso se aconsejará sustituirla, ya que cada animal es único, con sus características. Emocionalmente tampoco se puede sustituir el sentimiento de tristeza y dolor por la alegría y felicidad de una nueva incorporación.

Por estos motivos es importante respetar los tiempos, aceptar y haber digerido la pérdida primero, para estar preparado para un nuevo animal. Este tiempo puede ser muy variable, pero como mínimo debe dar la oportunidad de expresar la tristeza sentida, y otras emociones que la puedan acompañar, ya que a veces, no solo se afronta el luto por la pérdida del animal, sino también lo que se compartió con él, las situaciones vividas, juegos, nacimiento de hijos, etc.

Aunque parezca mentira, dos mascotas difícilmente tendrán el mismo denominador común, y por tanto, hay que afrontar sus vidas como procesos distintos, y es muy recomendable haber cerrado uno, antes de empezar el otro. Por más parecido que puedan tener, dos animales nunca tendrán el mismo comportamiento. En este sentido, es fácil que surjan comparaciones entre ambos, y no tiene que ser un problema si éstas se realizan con el ánimo de ver la riqueza de la diferencia, y no de juzgar cual es mejor.

En casos de familias con distintas personas vinculadas al animal de compañía perdido, también es importante respetar que todos se sientan con ganas de incorporar un nuevo animal, y en este sentido, es más sencillo que las personas que ya se sientan preparadas, tengan paciencia y esperen a las personas que todavía no lo están. También es recomendable en estos casos mucho diálogo, expresar verbalmente los puntos de vista de cada uno, los motivos, como nos gustaría el nuevo animal, etc.

Los niños y las personas mayores suelen ser los más afectados en este tipo de pérdida, por lo que es importante dedicarles una atención especial, respetar sus puntos de vista y sentimientos.