Rurry, nunca pensé que llegaría este día. Siempre di por hecho que estarías conmigo todo mi camino, ingenuo o egoísta, no sé, pero es así.
Ahora sufro, sufro tu ausencia, no me imagino la vida sin ti a mi lado, con tu humor de “perros”, con tu carácter rancio y añejo pero que te hacía única como ninguna otra.
Solo por volver a verte merecía la pena volver de cualquier viaje, por maravilloso que fuera, siempre deseaba volver, para estar a tu lado, meterme contigo y cantarte canciones cursis y estúpidas que tú estoicamente soportabas, con tu maravillosa indiferencia.
Repito, no me imagino la vida sin ti, después de casi 18 años juntos, siento que siempre hemos estado juntos, que siempre me has soportado, y que encima, me has querido a tu manera, a tu encantadora manera. Muchos momentos, muchas mudanzas, mucha paciencia me has tenido, ninguna queja, tu amor todo lo aguanta, todo lo soporta y tu ausencia pesa demasiado.
Esto ya nunca va a ser lo mismo sin ti. Gracias por cruzarte en mi camino, curiosamente, tú me has hecho más humano.
Me has hecho mucho bien toda tu vida. No vueles muy alto, quédate cerca de mí, no te vayas lejos, por favor.